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SOCIEDAD

11 de febrero de 2024

Javier Milei y el papa Francisco se saludaron con un fuerte abrazo durante la misa de canonización de Mama Antula

El Presidente y el Sumo Pontífice sorprendieron con su efusivo saludo tras la ceremonia; también estuvieron Karina Milei, Guillermo Francos, Sandra Pettovello y Diana Mondino

El papa Francisco y el presidente de la Nación, Javier Milei, se saludaron con un fuerte abrazo este domingo al final de la misa de canonización de María Antonia de San José de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, quien se convierte en la primera santa argentina de la historia. “Es un momento muy importante para la historia argentina”, afirmó Milei antes del comienzo de la canonización acompañado de la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, el ministro del Interior, Guillermo Francos, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y la canciller, Diana Mondino. En la primera fila también se ubicaron el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, y su esposa, la periodista María Belén Ludueña. Francisco declaró hoy oficialmente santa a María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, la primera mujer argentina de la historia en ser canonizada, y la destacó como “un modelo de fervor y audacia apostólica”. A las 9.45 locales (5.45 de la Argentina), frente a cientos de peregrinos argentinos presentes en la Basílica de San Pedro, el Papa convirtió oficialmente en santa a Mama Antula al leer en latín la elevación a los altares de “Beatam Mariam Antoniam a Sancto Ioseph de Paz y Figueroa”. ”En honor de la Santa e individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocado muchas veces la ayuda divina y escuchando el parecer de numerosos hermanos en el Episcopado, declaramos y definimos Santa la beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sea honrada devotamente entre los santos”, proclamó el Papa. Con esa fórmula, la creadora de los ejercicios espirituales nacida en lo que entonces era la provincia de Tucumán en 1730, actualmente Santiago del Estero, y fallecida en Buenos Aires en 1799 se convirtió en la primera santa de la historia del país. Cerca de 400 fieles llegados desde la Argentina, algunos con banderas nacionales, ocuparon las primeras filas de la Basílica con estampitas de la inminente santa, a la que los obispos argentinos consideraron esta semana como la “Madre Espiritual de la Patria”. Durante la homilía, el Papa destacó que la nueva santa “caminó miles de kilómetros a pie por desiertos y calles peligrosas”, al tiempo que la calificó como “un modelo de fervor y audacia apostólica”. Además, Francisco subrayó el trabajo de la nueva santa por la “vida digna” de los pobres a través del trabajo y la justicia y el pan cotidiano y, en un pasaje con contenido social, lamentó “cuántas personas que sufren encontramos en las veredas de nuestras ciudades”. ”Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más”, denunció tras advertir por la “lepra del alma; una enfermedad que nos hace insensibles al amor, a la compasión, que nos destruye por medio de las gangrenas del egoísmo, del prejuicio, de la indiferencia y de la intolerancia”. Además del Presidente y de una comitiva del gobierno nacional, también participaron de la ceremonia, entre otros, el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri. También participaron como concelebrantes del Papa los cardenales argentinos Víctor Manuel “Tucho” Fernández y Mario Poli; el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, el obispo de Santiago del Estero Vicente Bokalic Iglic y el titular de Cáritas y obispo de Quilmes, Carlos Tissera, entre otros religiosos del país. Mama Antula se convirtió en santa luego de que en octubre pasado Francisco aprobara un milagro atribuido en la sanación de Claudio Perusini, quien se recuperó de un “ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico” gracias a la intercesión de la laica consagrada. La recuperación de Perusini, que había sido alumno de Jorge Bergoglio y hoy estuvo presente en la Basílica, no tuvo explicación médica, según la junta de profesionales del Vaticano, por lo que se reconoció el milagro de Mama Antula. En la biografía oficial que se leyó en la misa, la Santa Sede destacó que “María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, nació en 1730 en la provincia de Tucumán, en Argentina” y que “se tienen pocas informaciones de su infancia y juventud”. ”Enferma, pero feliz de haber realizado lo que más deseaba, es decir, la casa para los ejercicios espirituales en Buenos Aires, el 6 de marzo de 1799 hizo escribir su testamento y al día siguiente entregó su alma a Dios”, agregó el texto, que también resaltó que “se calcula que en ocho años de actividad organizó ejercicios espirituales para más de 70.000 personas”, tras haberse enfrentado con las autoridades políticas y eclesiásticas de la época luego de la expulsión de los jesuitas del territorio del virreinato. Mama Antula ya había sido declarada beata en 2016, con una ceremonia en Santiago del Estero, luego de que se aprobara un milagro en la curación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador, la hermana Rosa Vanina, quien habría recuperado la salud en 1904 por intercesión de la fundadora y madre espiritual de esta congregación. La documentación se recogió en 1905: se trató de una colecistitis aguda, con todos los síntomas del shock séptico, que en aquella época, sin antibióticos, era mortal. En 2010, el entonces pontífice Benedicto XVI había dado el primer paso hacia la beatificación de Mama Antula al considerarla “venerable” tras reconocer que “practicó las virtudes cristianas en grado heroico”. Nacida en 1730 en lo que hoy es la provincia de Santiago del Estero, y fundadora en Buenos Aires de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, Mama Antula murió el 7 de marzo de 1799, y sus restos descansan en la actualidad en la iglesia porteña de Nuestra Señora de la Piedad, ubicada en la calle Bartolomé Mitre y Paraná. Durante su pontificado, Francisco ya convirtió en santos al argentino José Gabriel “cura” Brochero, en 2016, y al ítalo-argentino Artémides Zatti en 2022. El presidente mantendrá con el Papa una reunión privada este lunes desde las 9 hora italiana (5 hora argentina) con el Sumo Pontífice en la Biblioteca privada de Francisco en el Palacio Apostólico. Quién fue Mama Antula Mama Antula, santiagueña de nacimiento, había sido beatificada en 2016 en Santiago del Estero luego de que el Papa autorizara la publicación de un milagro por la sanación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador, quien habría recuperado la salud en el año 1900 por intercesión de la fundadora y madre espiritual de esta congregación En 2010, el Papa Benedicto XVI había dado el primer paso hacia la beatificación de Mama Antula al considerarla “venerable” tras reconocer que “practicó las virtudes cristianas en grado heroico”. Nacida en 1730 en Santiago del Estero y fundadora en Buenos Aires de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, Mama Antula falleció el 7 de marzo de 1799 y sus restos descansan en la actualidad en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires. En los años en que los jesuitas fueron expulsados por España y Portugal, María Antonia tenía 15 años, había completado su educación en esa orden y además hablaba quechua. Por eso, decidió llevar la práctica de los ejercicios espirituales al interior de Santiago del Estero. Convenció al obispo de aquella época para que le permitiera hacerlo, con el argumento de que los ejercicios ignacianos ya pertenecían a toda la Iglesia Católica, más allá de la orden a la que pertenecían. Así, fue organizando ejercicios tanto entre criollos como entre los pueblos originarios. Tenía que moverse, eso lo sabía, porque los jesuitas estaban proscriptos. Por eso empezó a recorrer a pie muchas de las provincias del Norte argentino, como Jujuy, Santa, Tucumán. Bajó a Córdoba, donde estableció varias casas de ejercicios. “No era sencillo lo que se proponía. Era mujer, viajaba sola, no tenía sustento económico, sino que vivía de la providencia. Así fue como llegó a Buenos Aires y pese a que le donaron el dinero para construir la casa de ejercicios que hoy se levanta en la avenida Independencia, la estafaron y esa plata nunca llegó. Igual decidió seguir adelante y logró levantar esa casa que hoy es el primer edificio que es monumento nacional y fue levantado por una mujer”, cuenta Luisa Sánchez Sorondo. Los ejercicios que convocaba eran multitudinarios: llegaba a reunir más de 500 personas, que pasaban ocho días en silencio, siguiendo los ejercicios de oración para entender cuál era el propósito de Dios para sus vidas. “María Antonia estaba convencida de que así las personas alcanzaban la felicidad”, cuenta. Nunca se casó ni tuvo hijos. Podía haberlo hecho, porque pese al hábito que usaba, no era monja sino laica consagrada. De todas formas, generó una gran comunidad en torno a su figura. Incluso en los años del Virreinato, su figura era relevante. Y hay quienes cuentan que las autoridades religiosas de la época recurrían a su opinión para saber si un hombre verdaderamente tenía vocación de sacerdote. Durante sus años, fue ella quien instauró el santuario de San Cayetano y fue ella misma quien trajo la devoción del patrono del pan y del trabajo al país. ¿Por qué se considera que es la primera santa argentina? Porque es el primer proceso que se inicia en el país para canonizar a una mujer y que prospera hasta esa instancia en el Vaticano. El otro fue el Cura Brochero, de quien muchos dicen que, aunque no se conocieron en persona, había tomado de Mama Antula el impulso de los ejercicios espirituales ignacianos. El proceso de canonización es largo y requiere de una serie de instancias para su aprobación. Por ejemplo, para llegar a ser beato se presentan las carpetas ante el Vaticano, donde se documenta que la persona en vida ya tenía fama de santo y la información del milagro que se somete a consideración. Y una vez que la beatificación prospera, se debe esperar que se produzca un nuevo milagro, que deber ocurrir con posterioridad al rango de beato o beata.

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