El drama de los camalotes en la Laguna de San Vicente empezó hace más de diez años, cuando se instaló una especie invasora de planta acuática que se reprodujo hasta tapar porciones cada vez más significativas del espejo. Plantas con un verde intenso y hasta con flores violetas en primavera y verano, y luego sus restos, secos y marrones, a partir del otoño. Ese fue el paisaje que dominó a la laguna durante años. Hubo múltiples intentos por limpiarla, con mayor y menor éxito. El definitivo parecía ser el de 2022, cuando la gestión del intendente Nicolás Mantegazza puso en marcha una obra de dimensiones importantes, con retroexcavadoras y hasta un pontón (una balsa en la que se monta maquinaria), que logró sacar todas las plantas del espejo. En total, retiraron 2.000 toneladas de “repollitos”. Pero la madre naturaleza tuvo otros planes: el desarrollo de los trabajos coincidió con una sequía histórica en la región, que dejó a la laguna completamente seca en pocos meses. En 2023 se podía caminar por el fondo y hubo casos de vecinos que tuvieron que pedir ayuda porque se hundieron en el barro. Sin agua, lógicamente, tampoco había camalotes. En cualquier caso, para finales de 2023 el fenómeno climático de El Niño, con sus abundantes lluvias, logró que poco a poco la laguna volviera a tener agua. Con la lenta subida del nivel, se implementó lo que se había pensado para después de la mega obra de limpieza: el funcionamiento de una lancha que trabajara diariamente sacando los camalotes, impidiendo que tapen el espejo de agua. Los pocos meses que anduvo, “la lanchita”, como llamaban a la máquina en el Municipio, cumplió con su trabajo. “Tiene una pala, en la punta unas cuchillas, y con eso corta las plantas, las carga, y las descarga en las orillas”, habían explicado a El Diario Sur en aquel momento sus operadores. Simple y efectivo. Todo iba bien pero (siempre aparece un pero con la bendita laguna) hace algunos meses atrás “la lanchita” sufrió una rotura que la dejó fuera de servicio. Según pudo saber El Diario Sur de fuentes del Municipio, se trata de una falla en su bomba hidráulica. Ahora se puede ver a la máquina en tierra, lejos del agua, que es su hábitat natural. Está en el ex camping municipal, que ahora se utiliza como depósito de maquinaria en desuso. Aún no tiene fecha de regreso a su labor. Los camalotes, mientras tanto, avanzan: ya tomaron más de la mitad del espejo de agua. No se trata solo de un problema estético, sino que también desalienta la actividad turística, que genera un movimiento económico y de fuentes de trabajo importante para San Vicente. Si las plantas ganan el espejo de agua, no se puede pescar ni remar en kayaks (una actividad cada vez más popular). Y justo cuando el nivel del agua volvió a sus niveles históricos y el verano pintaba prometedor para un destino de escapadas “low cost” como San Vicente. Habrá que prenderle velas al regreso triunfal de “la lanchita”… Las idas y vueltas en el “combate” a los camalotes 2013 – Se instala la especie invasora que en pocos meses empieza a tapar el espejo de agua. 2015 – 2019 – La gestión del ex intendente Mauricio Gomez intenta diferentes iniciativas para sacar los camalotes, pero ninguna termina de prosperar. 2022 – Tras la pandemia, Nicolás Mantegazza pone en marcha una obra nacional con varias maquinarias para retirar todas las plantas que tapaban el espejo de agua. 2023 (comienzo) – A la vez que la obra avanzó, se produjo una sequía histórica que dejó a la laguna sin agua. 2023 (primavera) – Con nivel de agua en recuperación, se puso en marcha una maquinaria para retirar de forma permanente los camalotes que crecieran. 2024 – La máquina se rompió, todavía no fue reparada, y los camalotes volvieron a invadir el espejo de agua. GENTILEZA EL DIARIO SUR