Después de 18 años de lucha, el femicidio de Otoño Uriarte sigue impune. El fallo unánime de la Justicia de Río Negro, que días atrás revocó las condenas a prisión perpetua de los únicos cuatro acusados por el crimen, fue un nuevo golpe para la familia, que recibió la noticia con una mezcla de resignación y entereza.
“Esta batalla está perdida desde el primer día. Desde que Otoño desapareció, el resto era todo pérdida...”, sostuvo Baldana, una de las hermanas de la adolescente asesinada en 2006, en diálogo con TN. Aunque resaltó: “Igual, lo intentamos muchísimo. Aún en carne viva”.
Pese a que en marzo, tras una reapertura del caso, Maximiliano Lagos, José Jafri, Néstor Cau y Germán Ángel Antilaf habían sido condenados a la pena máxima por el delito de privación ilegítima de la libertad seguida de homicidio agravado, apenas cinco meses después el Tribunal de Impugnación de Río Negro dio marcha atrás con esa decisión y los dejó en libertad.
La familia de Otoño Uriarte, en cambio, no duda de la responsabilidad de los cuatro hombres en la muerte de la joven, pero también los reconocen como “perejiles” o el eslabón más débil del caso.
“Atrás de ellos hay mucho poder, mucha gente involucrada...no me sorprende tanto que esto no se cierre”, explicó Baldana, convencida de que su hermana fue víctima de una red de trata de mujeres con fines de explotación sexual, que no sería posible sin la complicidad del Poder Judicial y policial de la provincia.
Entre la culpa y el hastío: el sinuoso camino por la verdad
Apenas se enteró del nuevo fallo que dejó libres a los asesinos de Otoño, recordó su hermana, su primera sensación fue la necesidad - ilógica - de pedirle perdón. “Sentía que le habíamos fallado, pero en realidad, en todo caso, la Justicia nos lo debía a nosotros”, señaló.
La complejidad de la causa y sus enredos, como ella misma lo define, supera a Baldana a tal punto que ya poco es lo que quiere saber en relación a los próximos pasos legales. “No nos merecemos pasar otra vez por toda esta situación, es mucha la tristeza y el esfuerzo que conlleva seguir buscando la verdad“, afirmó.
El último día de Otoño Uriarte
El lunes 23 de octubre de 2006 amaneció despejado en Fernández Oro, un pequeño pueblo de Río Negro. Para Otoño Uriarte, que había llegado hacía poco desde El Bolsón, el día empezó como cualquier otro: se levantó temprano y alrededor de las 7.30 salió de su casa rumbo al CEM N° 14, donde cursaba tercer año del secundario.
Más tarde, la adolescente fue a educación física, pasó por la casa de una amiga y después fue a vóley, el deporte que amaba. Ya eran casi las nueve de la noche cuando emprendió el regreso a pie por la ciclovía paralela al ferrocarril y nunca más volvieron a verla.
Según la fiscal Teresa Giuffrida, fue en ese momento cuando Antilaf, Jafri, Cau y Lagos, de acuerdo a un plan previo, la siguieron con la intención de secuestrarla. Incluso, la acusación sostiene que habían robado la bicicleta que la víctima dejó en la casa de su amiga para obligarla a volver caminando y así facilitar el ataque.
La denuncia, la búsqueda y el pueblo paralizado
Sin noticias de su hija, durante la mañana del martes 24 de octubre Roberto Uriarte, el padre de Otoño, hizo la denuncia en la Comisaría 26° de Fernández Oro por su desaparición.
Desde ese primer día, el pueblo entero se movilizó para encontrarla. Durante seis meses marcharon todos los días, salieron en los medios, rastrillaron chacras, canales y descampados. La escuela suspendió las clases. Sus compañeros y sus profesores también salieron a buscarla. Pero Otoño no aparecía.
La hipótesis de trata y la investigación policial bajo sospecha
La desesperación creció cuando empezó a circular la hipótesis de que a Otoño la había secuestrado una red de trata con fines de explotación sexual, teoría que la querella sostiene hasta el día de hoy, pero no pudo probar.
El 9 de abril de 2007, el Diario Río Negro publicó escuchas telefónicas que revelaban la connivencia entre policías de la Comisaría 8° de Choele Choel y proxenetas, donde se hablaba de “fichar” a una chica de 15 años recién llegada de La Pampa.
Las llamadas anónimas no tardaron en llegar. Había personas que decían haber visto a Otoño en prostíbulos de la Triple Frontera, Posadas, Concordia, Córdoba, Tucumán, El Bolsón y Neuquén.
El 24 de abril de 2007, cuando encontraron el cuerpo de Otoño en el canal del paraje El Treinta de Cipolletti, su papá estaba en Santa Cruz siguiendo una de esas pistas falsas.
El femicidio que marcó a un pueblo para siempre
Cuando encontraron el cuerpo de Otoño, estaba mutilado y casi irreconocible. Había quedado atrapado entre los hierros de una esclusa de la usina hidroeléctrica del paraje El Treinta.
El estado de descomposición era tal que su familia la identificó por el colgante artesanal que llevaba en el cuello. La confirmación mediante la prueba de ADN se logró recién después de 10 días.
Una pericia particular estableció que Otoño había muerto desangrada en pocos minutos después de recibir una puñalada debajo de la axila izquierda.
El camino de los acusados y la marcha atrás de la Justicia
Después de atravesar casi dos décadas de obstáculos y una investigación deficiente, la causa por el crimen de Otoño dio un primer paso firme hacia el esclarecimiento a principios de este año cuando, en un fallo unánime, la Justicia dictó un veredicto condenatorio para los cuatro imputados: Néstor Cau, José Jafri, Maximiliano Lagos y Germán Antilaf.
De todos ellos, solo Antilaf ya estaba cumpliendo condena por otro delito, mientras que Jafri, Cau y Lagos recién fueron detenidos tras el veredicto de culpabilidad por el asesinato de la adolescente, debido al riesgo de fuga.
El tribunal los declaró culpables de privación ilegítima de la libertad seguida de homicidio agravado. Entonces solo restaba saber cuál sería el monto de la pena que deberían cumplir los condenados. La sentencia se conoció en marzo: prisión perpetua para los cuatro.
Cinco meses después, todo cambió. El Tribunal de Impugnación de Río Negro revocó la condena a prisión perpetua. La decisión se basó en inconsistencias en la valoración de pruebas genéticas, pericias odorológicas y testimonios.
Así, todos los imputados fueron liberados inmediatamente, excepto Antilaf, quien permanece detenido por otras sentencias.
“Otoño vive en nuestra resiliencia”
Baldana se fue del país tiempo después de lo que ocurrió con su hermana Otoño. “Lo que pasó con ella no fue la causa, pero sumó. El miedo a que me pasara lo mismo... viví perseguida muchos años”, contó a TN. También había fallecido su mamá, muy joven, con apenas 39 años.
“Mi familia es muy luchadora, son todos muy guerreros”, sostuvo Baldana. En relación con Otoño, asegura que el solo escuchar su nombre le saca siempre una sonrisa. “Si pienso en ella, pienso en todo lo bueno, no quiero relacionarla con el final. Otoño no está en nada de esto, su esencia no está acá...está en el recuerdo, en el amor”, afirmó.
“Tuvimos una infancia hermosa, una hermandad divina, con muchas falencias, pero el amor siempre estuvo. Ella no hubiese querido que lucháramos tantos años”, siguió Baldana. Y completó: “Llevo más de la mitad de mi vida con esto y no se puede vivir con tanto dolor en el pecho”.
A 18 años y cinco meses del femicidio de Otoño Uriarte, nadie está preso por el hecho. Tampoco existen nuevas líneas de investigación ni perspectiva de que pueda haberlas. Si alguna vez hubo enojo en la voz de Baldana, ya no quedan rastros. “La paz de un muerto no depende de los vivos, esa es nuestra fortuna”, concluyó.
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