“Entraron dos personas y sacaron dos caballos de adentro de los boxes. Después fueron hacia los corrales de atrás y se llevaron más caballos”, explicó Ayalón, notablemente afectada por el hecho. En total, los ladrones se llevaron cuatro animales: tres pertenecientes a propietarios particulares y uno a la escuela hípica del barrio.
Tras advertir la situación, la policía rural fue alertada y comenzó un operativo de búsqueda. De acuerdo con la información que recibieron los damnificados, los efectivos siguieron las huellas de los animales hasta un arroyo en la zona de Pontevedra. Sin embargo, el rastro se perdió allí. “Parece que saben el recorrido que hace esta gente. Siguieron las huellas, sabían todo, pero ahí las perdieron”, detalló Ayalón.
Los caballos robados en Cañuelas tenían un valor económico significativo y, en algunos casos, competitivo: según sus dueños, uno de ellos estaba valuado entre 15.000 y 20.000 dólares y formaba parte del equipo con el que venían participando recientemente en el Concurso República Argentina, con miras a competir en un Nacional en las próximas semanas. Otro de los animales sustraídos era un caballo de escuela, de menor valor comercial y más veterano, que aparentemente fue tomado “al voleo”. Sin embargo, el modo selectivo en que actuaron los ladrones sugiere que sabían exactamente qué caballos estaban buscando, y que el robo no fue casual.
Más allá del aspecto económico, los propietarios remarcan que el daño más profundo es el sentimental. Los caballos de salto son animales cuidados de manera personalizada: viven en boxes, reciben atención veterinaria permanente, vacunas, una dieta supervisada y un nivel de dedicación que, según describen, los convierte prácticamente en miembros de la familia. “Son como nuestros hijos”, explicó Ayalón, al detallar rutinas cotidianas que incluyen montarlos todos los días, equiparlos con orejeras y vendas, comprarles zanahorias y acompañar de cerca cada aspecto de su bienestar. A diferencia del polo, donde un jugador suele tener varios ejemplares, en el salto un binomio jinete–caballo es único y profundamente personal. Por eso la pérdida no solo representa un perjuicio económico, sino también la ruptura de un vínculo construido a lo largo de años.
El robo generó desconcierto entre los propietarios, no solo por el valor deportivo y afectivo de los caballos, sino también por la modalidad del hecho. “Es muy raro todo. Acá hay miles de lugares donde entrar que son mucho menos peligrosos que un barrio cerrado. No sabemos si fue una batida o qué. No se suele robar este tipo de caballos”, señaló la vecina.
Mientras las horas pasan sin novedades, crece la preocupación entre los dueños. “Uno va perdiendo las esperanzas. No aparecen por ningún lado”, lamentó. Los propietarios ya ofrecieron una recompensa, aunque hasta el momento no recibieron información concreta.